lunes, 19 de noviembre de 2007

RACING, EL DUEÑO DEL MUNDO




Aquel zurdazo inatajable de Juan Carlos Cárdenas ya recorrió cuatro décadas para instalarse en la memoria colectiva de varias generaciones de hinchas de Racing, quienes aún festejan la gloria de haber conquistado la CopaIntercontinental en 1967.
El 4 de noviembre de ese año, el "Chango" Cárdenas, desde 25 metros, ejecutó un tiro soñado que es una postal inalterable en la vida de la Academia, que por entonces alcanzaba la cima del mundo futbolístico.
Ese gol le sirvió al equipo de Avellaneda para conquistar su segundo trofeo internacional tras vencer al Celtic de Escocia 1a 0, en el partido de desempate, jugado en el estadio Centenario de Montevideo.
Durante muchos años, exactamente 34, esa fotografía en blanco y negro que comenzaba a tomar tintes sepias fue el marco del último momento de felicidad en la vida de Racing hasta la consagración en el Apertura de 2001.
De todas formas, la gloriosa Academia nunca se dejó robar ese momento único en su vida deportiva y cada 4 de noviembre, festejó más allá de sus realidades en los años de ostracismo un título que además fue un orgullo para el fútbol argentino.
Fue el primer título internacional a nivel mundial que ganó un equipo nacional con el inolvidable "Equipo de José", que dirigido inteligentemente por Juan José Pizzuti revolucionó el fútbol local con la obtención de tres títulos en dos años.
La frutilla del postre fue justamente la conquista de la ansiada Copa Intercontinental al derrotar luego de tres extenuantes partidos al campeón de Europa, Celtic de Glasgow, en aquella tarde mágica en el estadio Centenario de Montevideo.
El 1 a 0 de la final, alcanzado con el gol convertido por Cárdenas a los 10 minutos del segundo tiempo, fue el tramo final de una historia que comenzó en Glasgow, donde ganó el equipo local por 1 a 0 y continuó en Avellaneda donde se impuso Racing por 2 a 1.
Así, 72 horas después del choque en el Cilindro ambos equipos viajaron a Montevideo para disputar el partido desempate que terminó otorgándole la gloria a Racing.
El equipo llegó a ese momento cumbre tras ganar en forma fantástica el torneo local de 1966 con una serie de 39 partidos invictos, que perduró en el tiempo como un récord absoluto hasta 1999, y luego, ya en 1967 levantar la Copa Libertadores tras superar en la final a Nacional de Uruguay en tres encuentros.
Quizás por esa final, que tuvo como era típico en esa época roces y momentos escandalosos, los uruguayos se volcaron masivamente a hinchar por los escoceses en el partido decisivo que se jugó en el Centenario.
En el primer partido en Europa, Celtic ganó con justicia por 1 a 0, sin embargo ese cotejo le sirvió a los jugadores de Racingdarse cuenta que la diferencia física con los escoceses no era tan notoria.
Luego del Mundial de Suecia en 1958 y en gran parte de la década del 60 se afirmaba que el fútbol europeo le sacaba esa luz de ventaja al sudamericano con una mejor preparación atlética, y fortaleza física, pero al comprobar que no era tan así, Racing se envalentonó para el desquite.
Contra la propuesta táctica de velocidad de los jugadores del Celtic, el equipo de José, ante puso marca rígida y juego fuerte, peleando cada pelota con los dientes apretados logró revertir en la revancha un resultado adverso tras el gol marcado por Gimmel.
En la segunda etapa, Humberto Raffo descontó al inicio y sobre el final el "Chango" se vistió de héroe y marcó el 2 a 1 que provocó el partido desempate.
Ese encuentro se caracterizó por el bajo nivel futbolístico, con mucha marca y muchas agresiones mutuas, en donde en la primera etapa la figura fue el actual entrenador del seleccionado nacional, Alfil Basile, quien fue el patrón de la defensa de Racing.
Sin embargo, una pelota divida entre Juan Carlos Rulli y la figura del Celtic, el delantero Johnstone, derivó en agresiones entre varios jugadores y cuando Basile fue a "copar" la parada recibió la tarjeta roja de expulsión junto al escocés Lennox.
El partido siguió caliente, y al inicio de la segunda etapa el astro Johnstone le pegó nuevamente a Rulli y fue expulsado, al igual que el mediocampista Hughes, a los 29 de la etapa final.
Sin grandes situaciones de riesgo, el zurdazo impresionante deCárdenas –desde 25 metros en línea recta al arco de la tribuna Colombres— se coló sin pedir permiso en el ángulo derecho del arquero Fallon.
Un gol de otro mundo sirvió para desatar la locura en ambas orillas, ya el Celtic con tres jugadores menos poco pudo hacer para perforar la defensa de Racing que tuvo en Rulli y Roberto Perfumo dos estandartes impasables.
De nada sirvió que el árbitro buscara emparejar las acciones con una expulsión justamente de Rulli, a cinco del final, ya la maquinita de Avellaneda tenía todo controlado.
La locura se desató en todo el país, los diarios hablaban de un gran triunfo argentino, Racing, después del "robo" en el Mundial de Inglaterra en 1966 y ante la falta de presencia internacional, Racing dejó de ser un club argentino para transformarse en un equipo nacional.
Por aquellos años el ganador de la Copa Intercontinental era considerado "campeón del mundo de clubes" ante el enfrentamientode los campeones de Sudamérica y Europa, y Racing fue el primero con esa estrella para el fútbol argentino.
Los gladiadores de esa tarde inolvidable fueron: Agustín Cejas; Roberto Perfumo, Nelson Chabay, Oscar Martin, Juan CarlosRulli, Alfio Basile; Joao Cardoso, Humberto Maschio, Cárdenas,Juan José Rodríguez y Humberto Raffo.
ROB

viernes, 16 de noviembre de 2007

EL DIA QUE DIEGO DIJO ADIOS SIN SABERLO






Nadie imaginó que ese 25 de octubre de 1997 cuando finalizó el primer tiempo del superclásico en el Monumental la salida de Diego Armando Maradona del campo de juego sería el inicio de su retiro oficial del fútbol, a días decumplir los 37 años.
El "Diez" cerró así, sin saberlo, una carrera fantástica en el fútbol, en la cual se convirtió en una especie de Dios pagano para los hinchas argentinos y un astro para el universo del planeta fútbol.
Ese sábado, del cual ya se cumplieron diez años, Diego fue reemplazado por Juan Román Riquelme y participó desde el banco de suplentes de la victoria de Boca sobre River por 2 a 1, en un partido que perdía, al fin de la etapa inicial, por 1 a 0.
El anuncio oficial se realizó cuatro días después, el 29 de octubre de 1997 cuando tras versiones de un nuevo doping, Maradona dijo "adiós" al fútbol.
La historia de su tercer retorno al club de la ribera no tenía un presente venturoso luego que tras el debut en el TorneoApertura 1997 frente Argentinos Juniors un control antidoping volvió a darle positivo por consumo de cocaína.
Por tercera vez en su carrera, luego del hecho de 1991 en elNápoli y en 1994 en el Mundial de Estados Unidos, Diego dio el tercer positivo en su carrera y desde ese momento --dos meses antes de la despedida-- entró en un espiral de polémicas y anuncios de retiro.
Una apelación judicial de no innovar ante el juez federal Claudio Bonadío, y la decisión del magistrado que luego de cada partido debía someterse a un control antidoping, sirvió para que por una semanas más Diego y la pelota siguieran su romance oficial.
El astro había hecho otro de sus retornos anunciados tras dejarel club de sus amores en 1996 cuando su amigo Guillermo Cóppola fue detenido por consumo y tenencia de drogas y encarcelado hasta enero de 1997.
Recuperado de ese golpe anímico, Diego intentó un nuevoretorno, convencido en su rol de ave fénix comenzó a entrenarse y en julio de ese año regreso en un partido ante Racing Club por el Torneo Clausura 1997.
El arreglo con los dirigentes de Boca fue concreto: un contrato de obligaciones del futbolista que cobraría 50 mil dólares porpartido jugado y se comprometía a realizarse un control antidopingla mañana antes de cada partido oficial de Boca.
Eso realizó el 24 de agosto, el día que los "xeneizes"recibieron a Argentinos Juniors en La Bombonera y ganaron por 4 a2 con un gol, de "Diez" de tiro penal.
Al fin del partido salió sorteado junto a Riquelme para el control y su enojo se hizo escuchar: "pareciera que tienen la bollilla diez pegada en los dedos", ironizó el astro.
Cuatro días después la noticia bombardeó el mundo: el control había dato positivo de sustancias prohibidas, el eufemismo con el cual la AFA ocultaba decir cocaína.
Sobre Diego comenzó a pesar una suspensión de un año a cinco, la posibilidad de Boca de perder los puntos y la depresión en el futbolista que se escondió por varios días del asedio periodístico.
La contraprueba reafirmó el control, y desnudó la poca calidad del que se hizo por su cuenta ese domingo 24 de agosto en unaclínica privada.
A partir de allí, los abogados de Maradona y el propio jugador desplegaron una estrategia de un supuesto complot contra supersona, de amenazas --ya había hecho una denuncia judicial tresmeses antes-- y de la posibilidad que le "hayan cambiado la orinapor una con resto de cocaína".
Eso le permitió ganar tiempo, que el juez Bonadío impartiera la orden de no innovar, que pidiera un control de ADN a esa orina quenunca se hizo, que la AFA le levantara la suspensión provisoria yque Boca no perdiera lo puntos.
Una vez más el mundo "maradoniano" buscó la forma de cubrir el sol con una mano y proteger al astro que de todas formas intuíaque poco carretel le quedaba a su historia como futbolistas antela imposibilidad de controlar su adicción.
Jugó cuatro partido más, uno de ellos en forma fantástica, peroante cada presentación se rumorea la despedida que recién se efectuó el 29 de octubre de 1997.
Cuatro días después del partido ante River, otro "rumor" sobre un supuesto análisis positivo, esta vez al control exigido por eljuez, colmó la paciencia de Diego, que luego de hablar con supadre anunció el retiro definitivo.
Eso ocurrió un día antes de cumplir los 37 años, a nueve díasde haber cumplido 21 años de su debut en la primera de Argentinos Juniors --el 20 de octubre de 1976-- y comenzar a soñar y hacer enloquecer a millones de argentinos que admiraron su juego.
Campeón del mundo, ídolo, astro, polémico y por momentopendenciero, un referente de la Argentina, un futbolista que se fue y dejó a un hombre que aún tenía muchas batallas más para pelear.
ROB

VILAS Y UN TRIUNFO MEMORABLE QUE CUMPLIO 30 AÑOS






Fueron cinco segundos de incertidumbre hasta que el umpire cantó el "out" y desató el festejo enloquecido de Guillermo Vilas, quien 30 años atrás se convertía en el mejor jugador del mundo al ganar el Abierto deEstados Unidos en Forest Hills.

Aquel 11 de septiembre de 1977, Vilas entró a la inmortalidad del deporte argentino al derrotar de manera fantástica al local, y el número uno del mundo hasta ese instante, Jimmy Connors, por2-6, 6-3, 7-6 y 6-0.

Todo un país, que un par de años antes desconocía los argumentos básicos de este deporte, siguió por las imágenes en blanco y negro que transmitían los televisores, las alternativasde una final apasionante que coronó un año inolvidable para elzurdo surgido en Mar de Plata.

Con Guillermo Vilas, el tenis se había convertido en un hechopopular, las canchas improvisadas en las plazas, calles y potreros competían abiertamente con el fútbol, e imitar el juego de potencia y efecto del jugador argentino, una sana costumbre tan similar como aprender a pegarle a la número cinco con el empeine interno.

La pasión que despertó esa campaña de Vilas en 1977 y en especial en el Abierto de Estados Unidos, quedó reflejada en queese mismo día --domingo 11 de septiembre-- Boca Juniors jugaba lasegunda final de la Copa Libertadores ante el Cruzeiro en BeloHorizonte, y el rating le era infiel al equipo más popular del país.

Fue un partido entre dos titanes y que tuvo momentos de alta tensión y juego de calidad, que se demostró en las variables del marcador.Connors ese año solo había logrado ganar Wimbledon y no tuvo una temporada tan espectacular como el año anterior cuando ganó este mismo torneo y eliminó en semifinales justamente a Vilas, en un partido donde lo superó sin atenuantes.

El argentino en cambio, construyó el mejor año de su carrera profesional con 16 torneos ganados en un solo año --marca aún no superada en el tenis internacional-- un récord de victorias consecutivas aún vigente y de triunfos al hilo sobre polvo de ladrillo, que se extendió por dos décadas.

Además en junio de ese año había ganado su primer torneo de Grand Slam --Roland Garros-- tras vencer al estadounidense BrianGottfried, en una temporada que lo encontraba maduro e invencible con solo 25 años.

Ese fue el último Abierto de los Estados Unidos jugado en el emblemático West Side Tennis Club de Forest Hill sobre arcilla yes el nombre de Vilas el que figura como su último campeón.

La campaña de Guillermo fue abrumadora, recorrió las dos semanas de torneo con una comodidad asombrosa y llegó a la semifinal con el local Harol Solomon sin ceder un solo set y con 16 games perdidos.

En su escalera a la gloria venció al español Manuel Santana (6-1 y 6-2); al estadounidense Gene Mayer (6-3 y 6-3); al también local Víctor Amaya (6-3 y 6-3); al español José Higueras (6-3 y 6-1) y al sudafricano Raymond Moore (6-1, 6-1 y 6-0).En las semifinales le ganó a Solomon, un jugador de fondo muydifícil y que tenía la particularidad de devolver todo como un frontón, por 6-2, 6-7 (primer set perdido en 15 días) y 6-2, mientras en la otra llave Connors despachó con autoridad laitaliano Conrado Barazzutti en sets corridos.

En la final los dos entraron nerviosos, y quien primero sacó ventaja de esa situación fue Connors que a partir de jugar profundo y con tiros a las líneas ganó el set inicial por 6-2.

Vilas contó después que esa derrota parcial no le provocó temor, porque estaba muy concentrado en su juego y con la táctica diseñada junto a su histórico entrenador, el rumano Ion Tiriac, impuso su juego en el parcial siguiente.

Allí "Willy" se soltó, sacó a relucir su mejor juego, comenzó a sacar muy bien, y, como reconoció años después, tuvo unexcelente primer servicio: "nunca en mi vida metí tantos aces comoes día".

La clave estuvo cuando ganaba 4 a 3: logró quebrarle el saque aConnors y sacar la ventaja de 5 a 3 que luego se transformó en lavictoria del set.

Los dos sabían que el tercer chico era la clave del partido y lo jugaron dejando todo lo que tenían en la cancha entregándole alas 14 mil almas que llenaron el estadio un tenis emotivo de alto nivel y cargado de suspenso.

La primera parte fue para Connors, que sacó una ventaja de 4 a1 basándose en un potente revés a dos manos, pero Vilas no sedesesperó ya que la diferencia era solo de un quiebre, y parado de contraataque comenzó a presionar con passing precisos que dejaron siempre expuesto a "Jimbo".

"Estaba encendido, leía muy bien lo que hacía Connors, adiviné todo y tuve muchos golpes ganadores", evocó Vilas.

El tie break fue ganado por el argentino con polémica por una bola que Connors vio adentro y quedó claro que había picado afuera.

El estadounidense protestó, armó pelea con el umpire, se desconcentró y entregó el partido.

El cuarto set fue un trámite para el argentino, que rápido sepuso 5 a 0 y solo el orgullo deportivo de Connors en el últimogame, hizo que levantara un 40 a 0, para darle una cuota mas de suspenso al ingreso a la gloria que estaba al alcance de las manos de Vilas.

La última bola de Connors fue afuera y el umpire tardó una eternidad en cantar el "out". Años después, el juez le confesó aVilas que vio el momento de ser el protagonista de la noche y porese motivo mantuvo en vilo a los espectadores con esa espera de cinco segundos para declarar al nuevo campeón.

En Argentina todo fue peor: en épocas donde los satélites no eran tantos, el cuarto set no se pudo ver porque se había pasado el tiempo original de contrato y debía transmitir otro programa envivo desde España.

Los fanáticos tuvieron que vivir esos momentos decisivosescuchado las alternativas de la victoria de Vilas con el relato inigualable de Juan José Moro por Radio Rivadavia.

Hace 30 años, Vilas alzó el trofeo del US Open y se llevó un cheque de 30 mil dólares --hoy solo un challenger da ese premio y en primeras rondas-- y se convirtió en el mejor jugador del mundo, por más que las estadísticas informáticas de la época dieran otros resultado poco justificable.

"Sabía que sería así, soy sudamericano, vengo de una parte delmundo que poco importa a los grandes dueños del tenis. Pero sé quesoy el mejor, lo demostré en la cancha y eso no me lo quita nadie", dijo Vilas en ese momento.

ROB

lunes, 10 de septiembre de 2007

Claudia Casabianca, la primera tenista argentina juvenil ganadora de un título de Grand Slam




--La ex jugadora Claudia Casabianca logró, hace 30 años, bajo la sombra del gran triunfo de Guillermo Vilas en Forest Hills, la primera victoria de una tenista argentina en juveniles en torneos de Grand Slam. Casabianca, a los 17 años, logró el 10 de septiembre de 1977 escribir su nombre en el tradicional Abierto de Estados Unidos frente a la jugadora local Lea Antonopolis por 3-6, 6-4 y 6-3. El triunfo en el juniors juvenil le abrió a la jugadora argentina un gran futuro profesional que luego no pudo materializar, aunque logró llegar al puesto 36 del ranking mundial en la antesala de su retiro a los 26 años. La tenista tuvo en 1977 su mejor año como juvenil: apoyada por la Asociación Argentina de Tenis, había ganado un par de torneos en la gira norteamericana y fue la gran sorpresa en el US Open. Su victoria final tomó trascendencia al derrotar en las instancias decisivas a las tres mejores jugadoras del mundo en juveniles. Superó en cuartos de final a la checa Hana Mandlikova (número dos en aquel momento), en semifinales a la también checa Hana Strachanova (número tres) y en la final a la número uno, la estadounidense Antonopolis. El triunfo llegó el sábado 10 justo cuando Vilas logró el pase a la final del Abierto y fue muy significativo para la Argentina que la recibió junto a "Willy" como una verdadera estrella. El periplo por Estados Unidos Casabianca lo compartió con la cordobesa Ivana Madruga y Liliana Giusani, quienes debían regresar a Buenos Aires la noche de la final entre Vilas y Connors. Casabianca siempre recordó ese hecho como un momento muy especial de su vida ya que estuvieron en Forest Hills hasta el tercer set -en un momento se cruzó con la ganadora de mayores Chris Evert quien la felicitó- y al inicio de ese parcial partieron rumbo al hotel a buscar las valijas y dirigirse al aeropuerto. Al llegar no pudieron evitar ver el tramo final del encuentro por la televisión y allí decidieron cambiar los boletos para el día siguiente, vuelo que sin saberlo compartieron con Vilas. El marplatense, que viajaba en primera, al enterarse invitó a Casabianca (iba con sus compañeras en clase turista) a viajar juntos y así llegaron a Ezeiza donde Vilas compartió -como un grande- el protagonismo con la ignota jugadora. "Fue una emoción muy grande, era nuestro ídolo y además todas estábamos muertas con él", recordó tiempo después Casabianca. La ex tenista no logró grandes objetivos en su vida profesional y luego de retirarse protagonizó escándalos posando desnuda para revistas eróticas, protagonizando películas de tono similar y siendo procesada en 1993 al encontrarse en un allanamiento en su casa de Olivos 180 gramos de cocaína. Sin embargo, Casabianca asumió sus errores y en un cambio radical de su vida se dedicó a la enseñanza de tenis a chicos con síndrome de Down, una tarea que abrazó con pasión y la involucró no sólo en la docencia sino también en creadora de espacios deportivos y sociales para estos chicos. En 2006, la Cámara de Diputados de la Nación sancionó un proyecto de apoyo al "Programa Integral de Tenis para niñas y niños con o sin discapacidades" dirigido por Casabianca. La función del Programa Integral de Tenis consiste en el dictado de clases gratuitas y grupales a todos los niños a partir de los nueve años de edad, incentivando y estimulando a quienes lo practican. ROB/Publicado en la agencia Noticias Argentinas, el 10 de septiembre de 2007

viernes, 7 de septiembre de 2007

PARQUE PATRICIOS DE FIESTA: CUMPLE 60 AÑOS EL PALACIO DUCÓ





Así era el estadio antes del primer partido en 1947


Uno de los monumentos más importantes del fútbol argentino,el estadio Tomas Adolfo Ducó de Huracán festeja sus 60 años de vida,
En un aniversario que reencuentra al hijo dilecto de Parque Patricios en la categoría superior, el espacio donde escribió lo más rico de su historia deportiva.

El cemento del imponente Palacio Ducó y su césped fueron testigos privilegiados en estas seis décadas de las maravillas más destacadas del club de quienes primero fueron ídolos en "la
quema" y luego estrellas del fútbol argentino.
Sus paredes pintadas de rojo y blanco transpiran el olor a barrio, de las calles de casa bajas, el humo de "la quema" y el grito ensordecedor de hinchas identificados con la mejor gloria
que puede tener un simpatizante: el club de sus amores, un hogar insustituible.

Fue el 7 de septiembre de 1947, en un partido del campeonato oficial, cuando el equipo local saltó por primera vez al campo de juego del nuevo estadio, ubicado en un predio que había sido
adquirido en 1939, en Alcorta y Luna, que la institución alquilaba.

Ese día Huracán le ganó a Boca 4 a 3, y al nuevo estadio aún le faltaban detalles de terminación y de tribunas que recién finalizaron dos años después, cuando se inauguró con toda la pompa
en un cotejo internacional ante Peñarol, el 11 de septiembre de 1949.

El predio fue adquirido con un préstamo de 700 mil pesos que el club solicitó al Gobierno nacional y en 1942 la entidad pidió una extensión del crédito, esta vez por más de 1.500.000 pesos, con el cual se comenzaron las obras.

El 10 de agosto de 1943 se inició la construcción de las tribunas, las que a principios de 1945, ya se asomaban orgullosas por sobre las casas de la barriada de Parque Patricios.

Ese escenario fue el testigo y la caja de resonancia para los momentos gloriosos del profesionalismo del club que se sintetizan con su único títulos en Primera Divisón logrado en
aquel inolvidable 1973, con el equipo soñado que cinceló César Luis Menotti.

El Palacio disfrutó en aquella temporada de las gambetas de René Houseman, el olfato de gol de Roque Avallay, la guía futbolística de Miguel Brindisi, Carlos Babington y Omar Larrosa,
más la categoría para defender de Alfio Basile, Alberto Fanesi, Nelson Chavay y Jorge Carrascosa.

Esa fantástica campaña y el título le permitieron al "globito" ser protagonista de un torneo internacional como la Copa Libertadores de América de 1974, donde alcanzó las semifinales y
fue eliminado por Independiente.

A raíz de esa participación internacional Huracán inauguró, a fines de 1973,su sistema lumínico y lo hizo ante el mítico Santos de Brasil, que llegó a Parque Patricios de la mano del Rey Pelé,
para pasear su juego lírico y efectivo y ganar en esa noche simbólica 4 a 0 al dueño de casa.

El nombre Tomás A. Ducó se debe a un coronel golpista, que fue uno de los presidentes de la entidad de Parque Patricios en varias oportunidades entre 1938 y 1955.

Desde las magníficas tribunas del estadio, que tiene dos cabeceras populares con mas de 20 mil lugares cada una, junto a la tribuna Miravé y las plateas Alcorta alta y baja, que totalizan en
la actualidad 48.314 lugares, los ojos de los hinchas durante 60 años vieron a grandes figuras que hicieron historias en el club.

Por allí pasaron Norberto "Tucho" Méndez, Adolfo Pedernera, Eduardo Ricagni, Néstor y Oscar Rossi, Norberto Menéndez, Alfredo Obberti, Alberto Rendo, Héctor Veira.

Más cerca en el tiempo, lo hicieron Claudio García, Claudio Morresi, Héctor Cúper, Claudio Borghi, Antonio Mohamed, Sergio Saturno, Hugo Morales, Marcos Gutiérrez, Osvaldo Ardiles, Casas, entre otros grandes.

En sus tribunas durante estas seis décadas, se reunieron familias completas, herencia de la misma pasión, políticos de comité y unidad básica, actores, tangueros y un hincha símbolo
para el club, el recordado Oscar "Ringo" Bonavena, que paseaba su locura de chico grande por las plateas de la Miravé.

En ese estadio cayeron todos lo grandes y las goleadas que más se recuerdan ocurrieron, en 1954 a Racing (4-1), en 1958 a Independiente (5-1) y en el inolvidable 1973 a Boca (5-1), a
Racing (5-0) y a San Lorenzo (4-0)

Sin embargo, el partido donde convirtió más goles fue en 1960 cuando le ganó a Gimnasia y Esgrima La Plata por 8 a 0 y en el Metropolitano de 1968 volvió a vencer al "Lobo" por 7 a 1, en
tanto que también superó a Newell’s, en 1949 (7-1) y, en 1975, a Atlanta (6-1) y a Chacarita (7-1).

El estadio también fue mudo testigo de tres descensos de su dueño, el primero al fin de la temporada 1985/1986, el segundo en 1998/1999 y el tercero más reciente en el 2003, sin embargo también presenció el renacimiento en 1990, 2000 y en el 2007.

A poco más de un año y dos meses de alcanzar su centenario, Huracán festeja en su casa, "la quema", donde apaga 60 velitas, y en ese fútbol de barrio, que tiene olor a jazmines, los vecinos
están de fiesta: el palacio del fútbol cumple años.

ROB (Publicado en la agencia Noticias Argentinas; Minutouno.com y Diario El Día, 7 de septiembre de 2007)

viernes, 31 de agosto de 2007

EL DIA QUE EL "ÑANDU CRIOLLO" ALCANZO LA GLORIA


Poco importó su esmirriado físico: la fuerza del corazón del pequeño Juan Carlos Zabala le
alcanzó hace 75 años para ganar la maratón y alzarse con la
gloria de la primera medalla dorada olímpica para al atletismo
argentino.
El estadio de Los Angeles, el 7 de agosto de 1932, fue testigo
del andar endiablado de Zabala, que a los 19 años ganó con
autoridad la presea más tradicional de los juegos, marcando además
un nuevo récord olímpico.
En dos horas 31 minutos y 36 segundos, "El Nandú Criollo" marcó
el ritmo para recorrer los 42,195 kilómetros del recorrido y se
dio el gusto de salir primero del estadio olímpico y volver en la
misma posición.
De todas maneras, en el interín de la carrera, que se corrió a
un ritmo alocado y bajo un fuerte calor, Zabala cedió el liderazgo
primero al finés Virtanen y luego al inglés Peter Ferris.
En esos tiempos de poca tecnología informativa, los argentinos
que se quedaron en el estadio esperaron las noticias de la carrera
a través de los altoparlantes del escenario olímpico, que cada 15
ó 20 minutos daba un breve dato sobre quien iba primero en la maratón.
Solo lo acompaño en el coche oficial su entrenador el austríaco
Alejandro Stirling y el nadador argentino Alberto Zorrilla, amigo
de Zabala.
Al escucharse que a los 12 kilómetros el líder era el
finlandés, los argentinos se sorprendieron ya que sabían de la
preparación de Zabala y sus intenciones de no ceder nunca la
punta: le gustaba ganar desde el principio la final.
El fondista nacido en Rosario el 12 de septiembre de 1912,
estaba lleno de confianza antes de largar y había repetido hasta
el cansancio que ganaba la maratón o lo sacaban "en
ambulancia".
Sin embargo aquella vez Zabala demostró también, además de su
capacidad atlética, que era muy inteligente para trazar una
estrategia de carrera y dejó que el desgaste, bajo el calor
húmedo de Los Angeles, lo hicieran los finlandeses Virtanen y
Taivoden y el britanico Ferris para guardar sus fuerzas
justamente para el tramo final.
Con los fineses el argentino tenía una "pica" especial debido
a la juventud de Zabala y un humor que lo identificaba por sobre
los demás atletas.
En la gira previa a los Juegos Olímpicos, el "Nandú" le había
ganado una maratón con comodidad al mejor fondista del mundo, el
finlandés Paavo Nurmi pero fue descalificado sobre el final cuando
a metros de la llegada, el argentino se dio vuelta y le sacó la
lengua a su escolta.
El rosarino era un bromista por naturaleza y además la gloria
deportiva le llegó muy joven, tal fue así que fue habilitado por
su marcas a correr la maratón olímpica a pesar de tener 19 años,
cuando al edad mínima requerida era de 20 años.
Dos horas y media después que salió primero del estadio
olímpico, las trompetas volvieron a recibirlo en el lugar de
privilegio y con suficiente resto físico para recorrer los
últimos 400 metros de la prueba.
En su primera pasada por la meta, confiado, se sacó el gorrito
blanco con el cual corrió y saludó al grupo de argentinos que lo
vivaba desde las tribunas, para luego acelerar los últimos metros
que lo llevaron a la consagración.
La emoción llegó minutos después cuando el pequeño joven de
solo 1,52 metros de altura, con el número 12 en su pecho y una
sonrisa tan franca como su cara inocente, escuchó conmovido el
himno argentino ejecutado de forma deficiente por una banda local.
"El Ñandú Criollo" hacía historia en el deporte argentino, tal
fue su influencia que ese mismo día, a miles de kilómetros de Los
Angeles, en Argentina, otro pequeño gladiador se conmovió por la
noticia.
Era Delfo Cabrera que tenía entonces 13 años y en esa jornada
se preguntó "Si él lo hizo, ¿Por qué no yo?", para delatar el
nacimiento de una vocación por la prueba más exigente del
atletismo mundial.
Las casualidad hicieron que 16 años después, el 7 de agosto de
1948, en los Juegos Olímpico de Londres, Cabrera obtuviera la
medalla dorada en maratón en una carrera emotiva que ganó
superando a su rival, en la última curva de la vuelta final.
La hazaña de hace 75 años de Zabala marcó la vida de Cabrera, y
por estas hazañas de ambos gigantes del deporte nacional, el 7 de
agosto se conmemora el Día del Atletismo.

ROB/Publicado en la agencia Noticias Argentinas/Diario Popular/

A MEDIO SIGLO DE LA OBRA MAESTRA DE UN GENIO


El endiablado circuito de Nürburgring fue testigo hace 50 años de la obra de manejo más majestuosa del inolvidable Juan Manuel Fangio, quien ganó una carrera imposible y conquistó su quinto título mundial en la Fórmula 1. El 4 de agosto de 1957, Fangio formalizó su leyenda en el automovilismo mundial al entregarle una de las joyas más hermosas de una campaña deportiva sin precedentes. Fue el día que el "Chueco" dibujó sobre el asfalto del extenso circuito alemán figuras de conducción nunca antes vistas para recuperar casi un minuto de diferencia con sus rivales y ganar, como un león hambriento, en la última curva su última carrera en la categoría. "Hacía que las curvas más cerradas parecieran rectas", ejemplificó un testigo de esa hazaña, sorprendido aún de como el argentino con una Maserati 250 volaba en esos sectores donde la cátedra decía que se debía manejar de otra forma. El balcarceño no tenía otra posibilidad, a pesar de haber logrado la pole position, su Maserati estaba muy lejos de la potencia de las Ferrari, que además no contaban los problemas de neumáticos y de peso de la máquina del ganador. Fangio tuvo que salir liviano de combustible e ingresar a los boxes a las pocas vueltas a cambiar las llantas Pirelli que se desgastaban muy rápido y volver a cargar nafta, en un proceso que llevó además demasiado tiempo con sus asistentes. El viejo circuito de Nürburgring tenía una extensión de 22 kilómetros y cada vuelta estaba en el promedio de los nueve minutos y medio, por lo cual la demora de boxes hizo alearse a los ingleses Mike Hawthorn y Peter Collins, ambos con Ferrari a 55 segundos del argentino. Entonces, el argentino fue el "Señor del viento" y acelerando hasta sacarle quejas a la Maserati comenzó a descontar segundos vuelta a vuelta, encarando en quinta marcha curvas que debían tomarse en tercera. Sin perder nunca el equilibrio del auto ni salirse de la huella, con maestría el "Chueco" avanzó con un solo objetivo: tener cerca a las dos máquinas rojas que hacían todo bien, sin poder evitar el avance del rival sediento. Eran los tiempos en los que la única comunicación para saber qué pasaba en pista eran los carteles colocados desde boxes en cada vuelta y allí, por la velocidad Fangio, el argentino no alcanzaba a adivinar si tenía una o dos Ferrari delante. Cada vuelta, las 183 curvas del circuito germano, se desandaban humillados al paso de Fangio que rompía récord a cada momento y como ejemplo vale recordar que su mejor vuelta fue de 9 17" 4/10, nueve segundos más rápido que el mejor tiempo de clasificación realizado sin rivales en pista, con el auto sin peso y neumáticos frescos. Antes de la última vuelta, el argentino divisó ya a Collins que iba segundo y que fue superado en el primer tramo de la etapa final de la carrera, en un momento donde el quíntuple campeón del mundo solo tenía como objetivo cazar a Hawthorn. Fangio alcanzó al líder y no aminoró la marcha, para luego comenzar a mostrarle la Maserati por derecha y por izquierda. Desde su espejo, el inglés no podía creer lo que veía y sintió la presión del zarpazo como nunca antes le había sucedido. "Aquel viejo diablo me hubiera aplastado si no me corría", dijo después Hawthorn para justificar la maniobra de correrse a un lado de la pista y salirse casi de camino para dejar pasar al bólido del argentino. Sólo faltaba la última curva para que miles de alemanes presentes fueron testigos de la mayor hazaña del automovilismo mundial, una fotografía guardada en los ojos de los presentes y en películas en blanco y negro de cine. Fangio completó su obra maestra, ganó su quinto diamente (el cuarto consecutivo) y la última de las 24 carrera oficiales que ganó en la Fórmula 1. ROB/Publicado en la agencia Noticias Argentinas/Infobae.com/Diario Popular, 4 de agosto de 2007

LA ULTIMA BATALLA DEL GLADIADOR




La decimocuarta defensa exitosa de la corona que realizó el inolvidable Carlos Monzón fue una nueva demostración de la capacidad demoledora del boxeador argentino y un final apoteótico de una campaña profesional sin precedentes. El 30 de julio de 1977, Monzón derrotó por puntos al colombiano Rodrigo Valdez y le puso fin a una carrera deportiva que lo tuvo como campeón del mundo de los Medianos por siete años. El boxeador santafesino culminó esta extraordinaria etapa del deporte argentino con 14 defensas exitosas de su título mundial, marcando un récord que se mantuvo en la categoría por un cuarto de siglo, hasta que lo superó el estadounidense Bernard Hopkins. La noche del 30 de julio, en el escenario que lo vio lucir con sus mejores brillos, en Montecarlo, Monzón se erigió en uno de los mejores boxeadores de la historia del país al completar una pelea cargada de tensión y dramatismo, que lo dejó como un vencedor indiscutible al final de las 15 vueltas. Frente a él estaba el colombiano Valdez, a quien el argentino lo había vencido por puntos, en un fallo más apretado, un año antes en el mismo escenario. En esa oportunidad, Monzón había recupeado el título del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) que se lo habían quitado en 1974, tras derrotar en París a José "Mantequilla" Nápoles por nocaut técnico en la séptima vuelta. Con la faja completa en su poder, Monzón estelarizó su última función ante Valdez, que reclamaba una revancha, y de esta manera le otorgó un año más de carrera pugilística al argentino que ya estaba casi retirado. Desde el combate de junio de 1976 al de julio de 1977, Monzón se abocó por completo a su carrera cinematográfica, filmando en Argentina y Europa, y a vivir como un astro ya no sólo por su fama deportiva sino por el mediático romance con la entonces vedette Susana Giménez. Sin embargo, como era su costumbre, tres meses antes de la pelea, Monzón se concentró en los entrenamientos y se fijó su última meta: vencer a Valdez con claridad y asumir el retiro. "Cuando subo al ring sólo pienso en destrozar al que tengo enfrente, porque él viene para sacarme algo que es mío", era su frase de cabecera antes de cada combate, en una idea filosófica a la cual agregaba que del cuadilátero había que sacarlo "muerto". Nunca nadie pudo lograrlo en las 14 defensas, y si bien pasó momentos de angustias como ante el norteamericano Benny Briscoe, que lo dejó nocaut en pie en una pelea en el Luna Park en 1972, y luego Emille Grittfith, en 1973, en Montecarlo, pero siempre había salido airoso de esos momentos. Esos fantasmas se reavivaron en el inicio nomás del combate con Valdez, quien le asestó un cross de derecha de lleno en la mandíbula, porque el santafesino sintió aflojar sus rodillas y tocó con su piernas por segundos la lona. Fue un instante en el que Monzón se reincorporó y levantó sus dos brazos en señal de "estar bien", pero tuvo la suerte que el árbitro del combate decidiera hacerle la cuenta de protección. Esa mano -la más peligrosa de Valdez- ya se había anunciado en la primera vuelta, que ganó el colombiano, y le produjo en el segundo round la única caída del campeón del mundo en sus 14 defensas. La luz de alerta cambió la historia. Monzón abrió bien los ojos, ganó el centro del ring y con su repetida pero no menos eficaz fórmula, izquierda en punta martillando la cara del rival y la derecha atenta para demoler, fue ganando espacios y puntos en el jurado. Monzón no era un noqueador nato, era un artista de la demolición sistemática, desde una posición clara de contragolpeador marcaba distancia con la extensión de sus brazos y minaba a cada round la humanidad de sus rivales. Los conocedores del boxeo saben que no es fácil remontar una caída en la puntuación de los jurados, y por ese motivo a partir del octavo round, Monzón buscó el nocaut que cerrara en forma definitiva la pelea. Estuvo cerca al final de la novena vuelta cuando Valdez llegó a su rincón con un ojo cerrado, sangrando y pidiendo piedad, en un tortura que continuó en el décimo, en el que sus piernas flaquearon en varias oporrtunidades. A esa altura de la pelea Monzón ya combatía con su mano derecha fracturada (siempre fue su gran problema, porque para calmar esos dolores en todos los cambates lo infiltraban), y con la ventaja asegurada en los puntos decidió dominar con autoridad los últimos minutos de pelea. El fallo fue contundente: ventajas de seis y siete puntos en cada tarjeta y los brazos en alto para que el Jet Set europeo, con Alain Delon, Jean Paul Belmondo y los príncipes de Mónaco, entre otros, se rindieran a sus pies. Fue el último acto del "Macho" en los rings, cuando se abrazó con su entrenador de toda la vida, Amilcar Brusa, y le confirmó su deseo al oído: "es la última maestro". Estaba a pocos días de cumplir 35 años y Brusa lo arrinconó con uan sentencia: "Está bien Carlos, pero nada de volver", un pedido que cumplió y que ni siquiera pudo cambiar la bolsa millonaria que en 1982 le oferecieron para pelear con Marvin Hagler, quien deseaba una pelea con el argentino. Hace 30 años, como cada día que peleaba Monzón, el país se paralizó. Nadie caminó por las calles, todos se aglutinaron frente a los televisores, que desde Montecarlo emitieron las imágenes en blanco y negro del más grande gladiador que tuvo el boxeo argentino.
ROB/ Publicado en la Agencia Noticias Argentina(Infobae.com/Minutouno.com, el 30 de julio 2007)

miércoles, 29 de agosto de 2007

RACING, A 40 AÑOS DEL REINADO DE AMERICA


La convicción de su fútbol le permitió a Racing Club hace cuatro décadas alcanzar el primer 
escalón de su gloria internacional al vencer en Santiago de Chile
a Nacional de Montevideo por 2 a 1 y ganar la Copa Libertadores de
América.
Cuarenta años después, el juego desplegado por el inolvidable
"Equipo de José" reafirmó con creces con esa victoria las
convicciones futbolística de un plantel que revolucionó el
juego en la década del sesenta.
El 29 de agosto de 1967 --mañana se festejarán 40 años-- los
goles de Norberto Raffo y el brasileño Joao Cardozo destrabaron
en la tercera final del torneo una definición cerrada con los
uruguayos en la cual no faltaron el juego brusco y las agresiones,
típico cóctel explosivo de la Libertadores por aquellos años.
El choque se definió en un tercer partido desempate en el
estadio Nacional de Chile tras dos encuentros que finalizaron
igualados, en Buenos Aires y en el estadio Centenario, sin goles.
El equipo dirigido magistralmente por Juan José Pizzuti se
trepó a la cima de América luego de una campaña titánica que
incluyó 20 partidos, y se transformó en el equipo que más juegos
debió disputar en la historia de este torneo para alcanzar el título.
En la primera fase tuvo una buena performance con ocho
triunfos, un empate y una derrota en una zona que lo llevó a
viajar por casi toda sudamérica al enfrentar a Independiente Santa
Fe e Independiente Medellín de Colombia, Bolívar y 31 de Octubre
de Bolivia y a River Plate.
Luego de asegurarse el primer lugar de la llave, junto a
los "millonarios" pasó a las semifinales, donde integró el grupo
con el club de Núñez, Universitario de Perú y Colo Colo.
El pasó exitoso de La Academia también se sucedió en esta fase
donde ganó cuatro partidos, empató uno y perdió sorpresivamente
con Universitario de Perú 2 a 1 en Avellaneda.
El equipo peruano realizó una excelente campaña también con
dos triunfos claves de visitantes, ante los "blanquicelestes" y
ante River, e igualó el primer lugar de la zona con La Academia,
ambos con nueve unidades.
En las manos del arquero de River, Hugo Orlando Gatti, estuvo
la suerte de Racing, ya que en el último choque del grupo, en
Lima, el "Loco" atajó un penal en el partido ante Universitario
que terminó 2 a 2 y obligó a un desempate de la llave.
Como anticipando el éxito final, la clasificación para la
definición de la Libertadores se concretó en el Estadio Nacional
de Chile donde Racing, a fuerza de temperamento y oportunismo,
ganó 2 a 1.
Las tres finales con los tricolores de Nacional se anticiparon
como una guerra y ese fue el marco que tuvieron los dos primeros
choques, con más brusquedades y acciones de violencia dentro de la
cancha que fútbol.
El partido desempate aburrió un poco más el juego a partir que
la suerte estaba echada y había que ganar o ganar y por ese motivo
ambos equipos demostraron más apertura a desafiarse con la pelota
que con las patadas.
Racing fue un huracán en el primer tiempo y con un planteó
arrollador logró dos goles de ventaja a partir del tanto de
Cardozo, a los 14 minutos de juego, y de Raffo, a los 4 de la
etapa inicial.
En el segundo tiempo fue Nacional que avanzó con todas sus
fuerzas hacía el campo argentino y allí comenzó a prevalecer una
defensa muy bien parada con Roberto Perfumo y Alfio Basile como
estandartes y la seguridad del arquero Agustín Mario Cejas.
Sin embargo, la insistencia y presión de los uruguayos tuvo su
premio a 11 minutos del final cuando el volante Víctor Espárrago
descontó y abrió un pasaje al dramatismo para el tramo final del
encuentro.
En ese momento surgió para algunos argentinos el fantasma de un
año antes cuando River Plate --en ese mismo estadio-- en la final
de 1966 ante Peñarol ganaba dos a cero y tras empatar, los
uruguayos terminaron ganando 4 a 2.
El equipo apretó los dientes y con coraje aguantó los embates
de Nacional y logró resistir los minutos finales para alcanzar la
gloria soñada que desató la locura en las inmediaciones de la sede
del club en Avelleneda donde se desató un carnaval en pleno
invierno.
Fue un justo premio para un equipo que peleaba el descenso a
fines de 1965 cuando asumió Pizzuti, logro mantenerse en la
categoría, construyó una campaña inolvidable de 39 partidos
invicto.
Fue campeón argentino en 1966 y un año después se convirtió en
el rey de América, antesala de su mayor hazaña, conquistar el
mundo por primera vez para Argentina, pero esa es otra historia.
ROB /Publicado 29 de agosto (NA/Infobae.com/Minuto uno.com)

viernes, 24 de agosto de 2007

SANTOS ZACARIAS, EL ESCULTOR DE GRANDES HOMBRES

Sanguíneo, exigente y muy profesional, fueron algunas de las características que desarrolló durante más de 50 años, como hombre del boxeo, el maestro SantosZacarías, quien falleció en esta ciudad.
Una vida dedicada a la enseñanza y la preparación de pugilistas hizo de su carrera una cuestión prioritaria con un importante lugar a la contención y ayuda humana a sus pupilos.
Juan Martín "Látigo" Coggi, uno de los dos campeones mundiales que moldeó desde sus inicios en este deporte, lo definió siempre como un "segundo padre", título que al viejo maestro le encantaba ostentar.
Como progenitor postizo, pero hombre de vital importancia en la campaña deportiva de sus "hijos-boxeadores", Zacarías era exigente, gruñón y de límites muy definidos, situación que muchas veces lo llevó a tener choques temporales con sus dirigidos.
Sin embargo, aquellos que entendían el valor de sus actitudes nunca se movieron de su lado y dejaron, con total confianza, que manejaran sus carreras profesionales.
Sin dudas, tanto "Látigo" Coggi como Sergio Víctor Palma fueron sus mejores proyectos deportivos y que lograron alcanzar el ansiado título mundial, ambos en la década del ochenta. Eran los tiempos en los cuáles para acceder a un combate estelar por la corona no se llegaba con récords fulminantes y en escasas peleas rentadas como es ahora.
Palma fue campeón del mundo luego de 60 peleas y tras perder en un primer intento y ser antes de eso titular argentino y sudamericano de los super gallos, mientras que Coggi llegó a ganar el cinturón con una campaña similar.
Nunca calló lo que sentía y el mejor ejemplo fue la bronca que vivió una noche de 1979 cuando sintió en Barranquilla, Colombia, que su pupilo Palma había sido "robado" en el primer intento por ganar el título mundial ante Ricardo Cardona.
"Nos robaron, ¡ladrones!", gritaba desde el ring a los jurados mientras Palma y el recordado Juan Carlos "Tito" Lectoure intentaban calmarlo.
Ocho meses después, la suerte fue distinta y en Spokane, Estados Unidos, el chaqueño noqueó a Leo Randolph y se convirtió en la gran estrella mundial.
Palma defendió con éxito cinco veces el título mundial hasta1982, cuando perdió por puntos en Miami ante Leo Cruz, y si bienluego siguió su carrera profesional nunca pudo recuperar el cetro.
Ya por entonces, Zacarías cincelaba la campaña de un joven Coggi, quien con un estilo de contragolpeador y su picante mano zurda crecía en una categoría medio mediano liviano poblada de estrellas.
El salto a la fama llegó cuando en el mítico Luna Park noqueóen 1986 a la figura que más prometía en la categoría, el patagónico Hugo "yeye" Hernández, una victoria que lo catapultó a los primeros planos mundiales.
Con esa victoria en su currículum, Zacaría presionó a Lectoure para conseguir una chance mundial ante el italiano Patrizio Oliva, quien había derrotado a otro argentino para acceder a la corona: Ubaldo Sacco.
En esas negociaciones se produjo uno de los primeros grandes choques entre Zacarías y el promotor del Luna Park, cuando Lectroure convenció al manager italiano de darle una oportunidad a Coggi al sostener que el boxeador de Brandsen le había ganado a Hernández "de pura casualidad".
Zacarías se enojo por esa frase, y Tito le explicó que era parte de la estrategía para conseguir la pelea, una explicación que no convenció al entrenador.
Coggi fue campeón y bajo la tutela de Zacarías hizo cuatro defensas en la misma cantidad de años, una situación que enojó alboxeador, quien quería pelear más seguido.
El maestro cuidaba mucho la elección de los rivales a enfrentar en un cuidado extremo de la campaña de Coggi, pero luego de la derrota ante Loreto Gaza, en 1990, la relación se resquebrajó y en la nueva conquista mundial de Coggi, Zacarías faltó en su rincón.
Todos estos años Zacarías no cambió sus métodos de exigencia y dedicación al boxeo, en la actualidad manejaba junto a su hijo Alberto más de 50 púgiles profesionales en una vida que estaba dedicada a su gran pasión: el boxeo.
Esa amada dedicación y la manera de manejarse en la vida fue también el punto que desató la explosiva pelea con Lectoure, que tenía como antecedente aquella frase sobre el triunfo de Coggi a Hernández que siempre consideró hiriente.
La pelea de fondo se desató en 1987 cuando el hombre fuerte del Luna se peleó a los gritos con el entrenador y lo echó delGimnasio del popular estadio de espectáculos.
Esa disputa fue el detonante para que Lectoure decidiera no programar más peleas de boxeo y abandonar la actividad para dedicarse a otro tipo de eventos en el Luna Park.
Zacarías, fiel a su estilo, se recluyó en la Federación de Box y desde allí siguió modelando a nuevos pugilistas, en una continuidad de una pasión que se apagó cuando su corazón dijo basta en las últimas horas.

miércoles, 22 de agosto de 2007



--70 AÑOS DE UNA PASION ARGENTINA
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-- La carrera de este domingo 19 de agosto Turismo Carretera en Río Cuarto será la número 1061 desde el emblemático triunfo logrado por Angel Lo Valvo en el Gran Premio de 1937 y que marcó, hace siete décadas, el inicio de una de las pasiones deportivas más fuertes de los argentinos.
La bandera a cuadros que recibió la cupé Ford V-8 de Lo Valvo en la ciudad de La Plata el 15 de agosto de 1937 fue la culminación de la primera gran aventura de las rutas argentinas para autos con techo, y que abrió el camino a la emoción y el folclore de una categoría única en el mundo.
Fueron en esa oportunidad 14 provincias argentinas recorridas por los 72 participanters que motivados por la pasión por los fierros y la velocidad armaron artesanalmente sus vehículos con el único objetivo de llegar a la meta tras los 6.894 kilómetros de recorrido final de la prueba.
Ese gran premio quedó en la historia como la piedra fundacional del TC y tuvo a Lo Valvo, a los 28 años, como el primer ganador aunque en esa carrera la disputó con el seudonimo "Hipómenes" que tuvo el fin de eludir así a sus acreedores, quienes lo acosaban por deudas contraidas en el juego.
Tanto es así que la tener que firmar la planilla oficial con su nombre real, Lo Valvo se incribió como acompañante con el fin que las crónicas de ese momento no lo dieran a conocer como protagonista de la prueba.
La carrera se largó el 5 de agosto frente a la sede del Atomovil Club Argentino (ACA) y fue el presidente Agustín P. Justo quien dio el banderazo de largada al coche número uno, el Ford de Arturo Krausse.
Durante diez días la prueba recorrió las provincias de la Mesopotamia para luego ir hasta La Rioja y bajar por Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba y La Pampa y volver a subir por la provincia de Buenos Aires en búsqueda de la meta final: La Plata.
Eran tiempos románticos, casi no había rutas y la mayoría de la competencia se corrió en huella de tierra que cruzaban las provincias como única vía de comunicación.
La compertencia recién se pudo correr cuando a fines de julio Vialidad nacional aceptó las propuestas de controles del ACA que implicaron que no podian participar coches sin techo y la velocidad máxima no podía exceder los 120 kilómetros, algo que luego no se cumplió.
La gran mayoría de los vehículos utilizados fueron autos Ford que tenía una mejor adaptación a la velocidad en su motor y resistencia, pero ya en esa prueba hubo algunos Chevrolet, un poco más inestables pero que fueron llevados con mano firme por sus dueños.
La velocidad máxima de aquellos bólidos que despertaba el asombro de los habitantes de los pueblos que vieron pasar a los coches era de 140 kilómetros y en definitiva el promedio final de carrera estuvo en los 80,140 kilómetros por hora.
Lo Valvo con el número cuatro en su puerta llegó primero a La Plata totalizando un tiempo de 80 horas 36 minutos 19 segundos en una clasificación final que tuvo cuatro Ford en los primeros lugares mientras que recièn en el quinto lugar terminó el mejor Chevrolet conducido por Tadeo Tadía.
De los 71 autos que largaron la extenuante carrera solamente arribaron 19 y la mayoría de ellos lo vivieron como una victoria ya que más allá de la prueba deportiva de velocidad, el desafío de muchos de los inscriptos era terminar como testimonio de una aventura completa.
Entre los que largaron esa prueba de inicio de la historia del TC estuvo Oscar Gálvez, quien abandonó a los cinco días, un hechoque no melló su espíritu y lo convirtió luego en uno de lo máximos ídolos del automovilismo nacional.
Entre lo más destacados corredores que participaron en la primera carrera del TC se destacaron además de Lo Valvo y Krausse, los pilotos, Ernesto Roberto Blanco, Eduardo Pedrazzini, Tadeo Taddía, Héctor Suppici Sedes, Rodrigo Daly y el chileno Lorenzo Varoli.
Lo Valvo ganó un premio de 40 mil pesos que le sirvió para pagar sus deudas y volver como un héroe a su ciudad natal: Arrecifes, la capital del automovilismo argentino, además de seguir compitiendo y ganar en 1939 el título oficial de campeón del TC.
Hace 70 años nacía una pasión que hoy está más vigente que nunca y detrás de una nube de polvo de las viejas rutas, como decía un viejo relator automovilístico: " hay un coche a la vista".
De esa historia de fierros y ruta, surgen como emblemas el mismo Lo Valvo, Juan y Oscar Gálvez, Juan Manuel Fangio, Los hermanos Emilliozzi, Luis Di Palma, Héctor Gradassi, Juan MaríaTraverso, Roberto Mouras, Oscar Castellano, Oscar Aventín, Guillermo Ortelli o Norberto Fontana, algunos de los símbolos de los 70 años de esta pasión argentina.
ROB/Publicado por la agencia NA el 19/08/07