miércoles, 26 de noviembre de 2008

¡Vamos Argentina con el espíritu de Luli y Jaite!

Por Roberto Aguirre Blanco

Lo canta la “negra” Mercedes Sosa, un símbolo nacional. “Esta noche (esta tarde) se puede, se puede..”, y el equipo de Argentina de la Copa Davis va por ese logro: dar vuelta en la última jornada un resultado negativo y así poder alzar por primera vez la Ensaladera de Plata.

Para poder sostener esta ilusión no hay que ir muy lejos en búsqueda de un espíritu ganador. ¡Muchachos, está allí nomás, cerquita, al alcance de la mano!.

Solo hay que mirar los ojos del capitán Alberto Mancini y del entrenador de David Nalbandian, Martín Jaite, héroes de una hazaña increíble que aún se recuerda en la memoria de los amantes del tenis.

Ellos saben de qué se trata. En los cuartos de final de la Copa Davis 1990 ante Alemania, estos dos gigantes llegaron al tercer día de competencia con un resultado en contra 2 a 1 y supieron encontrar las fuerzas para dar vuelta la taba y festejar un triunfo inolvidable.

Todo lo que sucedió ese fin de semana de marzo de 1990 huele a conocido en estas horas. El primer día, “Luli”, el mejor jugador argentino por aquellos días, abrió la serie con un triunfo sin problemas ante Jens Woehrmann, en cuatro sets.

El festejo de esa victoria se apagó rápidamente cuando en el segundo punto Jaite cayó Carl Uwe Steeb en cuatro parciales muy peleados.En la segunda jornada la pareja de dobles teutónica conformada por Erec Jelen y Michael Stich superó sin atenuantes a Javier Frana y Gustavo Luza en tres sets.

Argentina sacó pecho, y el equipo que dirigía Alejandro Gattiker fue por la hazaña. El domingo, en primer turno Jaite jugó el partido de su vida en el Buenos Aires Lawn Tennis y en cinco dramáticos parciales le ganó a Stich ante la locura del público.Luego todo quedó en el talento de Mancini.

Con poca luz, el partido se suspendió luego de ganar el primer set el argentino 7/6 a Steeb, con un tie breck también muy cerrado.Al promediar el segundo chico, por falta de luz, el partido se postergó hasta el lunes por la mañana.

Allí, ante la misma cantidad de público eufórico, el actual líder del equipo de Copa Davis cerró una serie increíble y ganó los dos sets siguientes 6/3 y 6/4.No importó que fuera día laborable, el BLTC parecía feriado, si hasta el entonces presidente Carlos Menem estuvo en el estadio.

Se entiende, era la famosa Argentina del primer mundo.Fue la única vez que por Grupo Mundial, Argentina logró esta hazaña, pasaron 18 años, parece tiempo, pero los protagonistas están muy cerca del equipo.

¡Vamos muchachos a transmitir la mística!. Se puede, se debe.

Mundial 1978: la fiesta en medio de la oscuridad


Por Roberto Aguirre Blanco


Cuando el 1 de junio de 1978 el árbitro argentino Angel Coerezza dio inicio al partido inaugural del Mundial de 1978 entre Alemania Federal y Polonia, la política se impuso sobre el deporte y la dictadura militar alcanzó un objetivo soñado.


Esa jornada, en un remodelado estadio de River repleto, los integrantes de la Junta Militar que el 24 de marzo de 1976 asestó un golpe a la Democracia, comenzaron a cumplir uno de los objetivos que se habían propuesto: la realización de la Copa del Mundo de fútbol.


Una de las primera medidas que decidió la dictadura después de asumir el poder de facto en 1976 fue la confirmación de que la Argentina realizaría el undécimo Campeonato mundial de fútbol que la FIFA había otorgado al país en 1970.


Esa determinación política estaba fundamentada en la necesidad de legitimar el proceso iniciado en el país a base de desaparición de personas y de ejecución de un plan económico polémico.Esta iniciativa tuvo desde ese génesis un abuso de poder absoluto que hizo que a la fecha no se sepa aún el costo definitivo de este mundial, y lo gastado para este certamen superaría en seis veces lo que se invirtió en el mundial siguiente: España 1982.


Para llevar adelante esta empresa faraónica se creó dentro del ámbito del gobierno militar el Ente Autárquico Mundial 1978 (EAM), que manejo un presupuesto millonario sin control, ni rendición de cuentas.


Ese espacio fue sin embargo el primer escenario de la lucha de poder que también existía dentro de la Junta Militar, y de la investigación realizada por el autor de esta nota surge que por esta conjura entre cuadros castrenses se produjo un episodio policial con la primera víctima del mundial.


En agosto de 1976, cuando el general Omar Actis, jugador de la tercera de River en los 40 y designado como presidente del Ente, se dirigía a dar la conferencia de prensa de anuncio de obras de cara a la competencia internacional, su automóvil fue atacado por supuestos “integrantes de una célula subversiva”.


Siempre hubo sospechas de que el hombre del Ejército pudo haber sido víctima de un ataque posiblemente planeado por fuerzas parapoliciales de la ESMA, que habrían acribillado a Actis y herido gravemente en la cabeza, lo cual después produjeron su muerte.


En el libro "Almirante Lacoste ¿quien mató al general Actis?", el periodista Eugenio Menéndez lo señala como el autor intelectual del homicidio.Es que inmediatamente asumió el cargo organizativo el contralmirante Carlos Alberto Lacoste, vicepresidente del EAM, y hombre de línea directa con Eduardo Emilio Massera.


De comprobarse alguna vez judicialmente estos hechos, el primer golpe dentro del golpe se habría perpetrado.El Ejército dispuso la designación como titular del ente al general Antonio Merlo, amigo de Lacoste, y un hombre de figura decorativa, sin el carácter y decisión que tenía Actis y que molestaba al marino.


A partir de allí, la organización del mundial entró en una dinámica inimaginable. En menos de dos años se construyeron tres estadio nuevos (Mar del Plata, Córdoba y Mendoza) se reacondicionaron con fuerte inversiones (River, Vélez y Rosario Central), un gran desarrollo en las comunicaciones y en los transportes.


Lacoste, quien trabajó con una “chequera en blanco”, contó con un importante apoyo del presidente de la FIFA, el brasileño Joao Havelange, quien en su primer mandato –había asumido en 1974— apostó a la organización de Argentina.La sociedad política entre Havelange y Lacoste quedó conformada y más allá de la comunión ideológica, los unió la ambición de ambos por sostenerse en sus lugares de poder.


Una unión que luego se extendió cuando el militar fue designado vicepresidente de la FIFA sin tener ningún cargo dirigencial en el fútbol argentino.


La muerte de Actis fue el hecho policial que marcó el principio de la Copa del Mundo de 1978, que también estuvo enmarcado por la crisis interna del país, los hechos de violencia y una fuerte campaña anti mundial desde Europa por exiliados argentinos.


De todas maneras, dentro del país lo militares habían logrado otro objetivo claro: la gente vivía a pleno y palpitada la fiesta deportiva, a partir del fanatismo futbolero del argentino, y la necesidad de expresar sensaciones contenidas por la mordaza de la dictadura.


El periodista Víctor Hugo Morales, quien llegó a la Argentina desde Uruguay para relatar los partidos del Mundial, confesó hace poco a Asteriscos.Tv que en esos días en el país no se hablaba de otra cosa que 'no fuera fútbol”.


“Acá fue una fiesta. Nadie intuía lo que pasaba, excepto por supuesto las víctimas. Yo, como lo demás, lo viví como una fiesta”, comentó Víctor Hugo. Los militares habían ganado la primera batalla.

La mística copera de Estudiantes cumplió 40 años


Por Roberto Aguirre Blanco


La mística nace de grupos unidos que tienen sueños de grandeza. Esa definición del maestro Osvaldo Zubeldía fue el motor que impulsó a esa generación de jugadores nacidos de la cantera de Estudiantes de La Plata para hacer historia.


El 16 de mayo de 1968, hace cuarenta años, los “pinchas”, el primer club chico en dar una vuelta olímpica en el fútbol nacional, concretaron un año después de aquel primer logro institucional, la Copa Libertadores de América.


En el tercer partido desempate, el equipo platense derrotó a Palmeiras de Brasil 2 a 0, luego de ganar el partido de ida en la ciudad de las diagonales (2-1) y caer en San Pablo ante los locales (3-1).


Esa primera vuelta olímpica continental fue el inicio de una etapa brillante de Estudiantes que conquistó finalmente tres veces el torneo de América (1968/1970) y cayó en la defensa del título en 1971.


El sueño que nació a fines de 1965 cuando Zubeldía llegó al club y promovió una gran cantidad de jugadores de las inferiores, tuvo meses después otro gran hito cuando en el estadio de Old Trafford de Inglaterra, los “pincharratas” fueron el mejor equipo del mundo la ganarle la Copa Intercontinental al Manchester United.


El camino para la primera Copa Libertadores fue largo y difícil, sin embargo fue también un trayecto que el “albirrojo” recorrió con una excepcional campaña de 11 triunfos, seis empates y tres derrotas, para alzarse con el preciado trofeo.


En la primera fase terminó invicto tras seis partidos al eliminar a los equipos de Colombia, Deportivo Cali y Millonarios, y superar en puntos a Independiente, al que derrotó 4 a 2 en Avellaneda y 2 a 0 en La Plata.Luego, el equipo de Zubeldía integró una llave de segunda fase con Universitario de Perú y nuevamente Independiente (le ganó los dos partidos) y de esa manera clasificó para las semifinales donde lo esperó el defensor del título: Racing Club.


Ante el equipo de José –en ese momento el mejor equipo del mundo-- Estudiantes protagonizó tres batallas cámpales: la primera con una derrota 2 a 0 en Avelleneda, la segunda con un triunfo 3 a 0 en La Plata y un empate 1 a 1 en el tercer choque jugado en la cancha de River.


En esos partidos “calientes” fueron lo que fortalecieron la mística de Estudiantes que jugaba, es cierto, al filo del reglamento, con pierna fuerte y mucho temperamento.


Un hecho que le sumó detractores y una “mala fama” muchas veces injusta.El equipo tenía una gran cantidad de jugadores de fuerte personalidad, como el arquero Alberto Poletti, los defensores Oscar Malbernat, Antonio Aguirre Suárez, Eduardo Manera, los mediocampistas Carlos Pachamé y, Juan Echecopar, nacidos de las inferiores de Estudiantes.


A ello se sumaba los talentos de Raúl Madero, Marcos Conigliaro, Eduardo “Bocha” Flores y el autoridad goleadora de Juan Ramón Verón, además de jugadores que llegaron de otros clubes para ser pilares fundamentales del plantel, como Carlos Bilardo y Felipe Ribaudo.


La primera final con Palmeiras fue un partido fue un partido duro en La Plata donde el local ganó 2 a 1 con goles de Verón y Flores, para luego caer sin atenuantes en San Pablo 3 a 1 y dos días después ganar con autoridad el partido desempate.Miles de platenses cruzaron el Río de la Plata aquel 16 de mayo de 1968 en la búsqueda del estadio Centenario de Montevideo donde el “Pincha” alcanzó la gloria al ganar 2 a 0 con goles de Ribaudo y de la “Bruja” Verón, su máximo artillero.El sueño del chico convertido en el más grande se había cumplido, pero fue en realidad el primer capítulo de la gloriosa historia copera de Estudiantes que hoy cumple cuatro décadas.

El Superclásico cumple 95 años


Por Roberto Aguirre Blanco


Van camino al centenario, junto al latir de una nación que se apresta en ese trayecto a festajar sus 200 años de vida. Boca y River, dos pasiones genuinas de los argentinos festejan en este 2008 los 95 años del primer choque emblemático.


Fue el 24 de agosto de 1913 en la vieja cancha de Racing Club, donde por los disputadísimos campeonatos amateurs de la época se vieron las caras por primeras vez los dos clubes nacidos en el sueño inmigrante de la Ribera del Riachuelo.


Durante muchos años algunos historiadores fijaron como fecha inicial un años después, agosto de 1914, como primer superclásico en un error que Asteriscos.Tv no avala y que sólo puede justificar como enumeración como el partido que puede haber dado inicio a la pasión de eternos rivales.


En ese encuentro que se jugó el 14 de agosto de 1914 empataron en la cancha de Boca 0 a 0 y se produjo luego de finalizar el partido la primera pelea entre hinchas cuando los de River le robaron a los boquenses una bandera.


Hubo corridas, persecución policial a caballo y promesas de “venganza” en el próximo encuentro. Ya se ve, nada es nuevo bajo el sol.


Hay un antecedente centenario, las crónicas de la época relatan que el primer choque entre los clubes de barrio fue el 2 de agosto de 1908 en un partido amistoso que se disputó en la vieja cancha de madera de Boca en la Dársena Sur y favoreció a los locales por 2 a 1.


En tanto, el primer partido oficial en primera división se jugó el 24 de agosto de 1913 cuando la Argentina se colmaba de movimientos sociales y anarquistas y ya llevaba tres años festejando el centenario.River ya había llegado a la primera en 1909 tras eliminar en la final del ascenso a Racing y debutar derrotando a Alumni, el club poderoso de los primeros años del fútbol local.


Por su parte, los “xeneizes” llegaron al fútbol grande en 1913 y debutaron también con un destino de grandeza la superar en la fecha inicial la poderoso Racing, La Academia, uno de los equipos más maravillosos de la historia del amateurismo.


El primer choque entre Boca y River fue en la disputa de la sexta fecha del campeonato amateur que tenía un extenso fixture con más de 40 equipos que daban vida a un deporte que crecía piramidalmente como pasión.


River tenía como club 10 años de vida mientras Boca ocho, y todavía eran vecinos de barrio ya que el club de la banda roja recién se mudó a Alvear y Tagle una década después.El partido entonces favoreció a River –que jugó con la camiseta de rayas verticales rojas y blancas-- 2 a 1 con goles de Cándido García y Ámela Pereyra, mientras que Marcos Meyer descontó para Boca que fue local en Avellaneda.


Aquellos primeros héroes que vistieron la casaca de Boca y River fueron los siguientes: Boca Juniors: Virtu Bidone; Garibaldi y Lamela; Valentini, Vergara y Elena; Calomino, Romano, Mayer, Taggino y Abbatángelo.River Plate: Carlos Isola; Arturo Chiappe y Pedro Calneggia; Simmons, Cándido García y Puruzzi; Galeano, Ameal Pereyra; Penney, Roldán y Fraga Patrao.

El "Loco" Di Palma, el héroe del rally, entre ripio y asados


Por Roberto Aguirre Blanco


Ya había sido dos veces campeón de Turismo Carretera, competido en todas las especialidades en Argentina y siempre ganando. Tenía 39 años y su espíritu aventurero y de “loco lindo” le faltaba un eslabón más. Correr en Rally.


En la cuarta edición oficial del Rally de Argentina, corrida por las rutas de Bariloche en 1983, el “Loco” no dudó, y como siempre, moviendo cielo y tierra, consiguió que el equipo oficial Audi le cediera uno de los cinco coches con los cuales vino a correr esa competencia.


Tras la participación en 1980 de Carlos Reutemann, cuando aún era figura de la Fórmula 1, la Argentina no contaba con un piloto en la especialidad mayor y la presencia de Di Palma, verdadero ídolo del automovilismo local, fue una gran atracción.


Para completar la locura, el arrecifeño llevó como navegante al periodista Néstor Streimbel, de experiencia en careras pero lejos del bagaje de capacidad para ser un experto lector de hoja de ruta, clave para evitar contratiempos en una prueba tan compleja.


La largada, como en muchas ediciones fue desde la puerta del ACA, y se tenía que hacer durante la noche el viaje de neutralización hasta Bariloche donde comenzaría oficialmente la primera etapa.


El trayecto por los caminos bonaerenses fue apoteótico, desde las radios se avisaba que pasaban los autos, pero todo el mundo salió la borde de la ruta, inclusive a altas horas de la madrugada para ver pasar el Audi Quatro del “loco” identificado con la publicidad argentina de “Molykote” en su parabrisas.


El ex campeón del TC no podía con su genio y debió cumplir a rajatabla con su actitud de amigo entrañable y parar sucesivamente en tres localidades del trayecto donde lo esperaron colegas para homenajearlo con asados.


Inevitablemente, la primera parada fue Arrecifes, su ciudad natal, donde comió un “choripán” con sus hijos aún pequeños, Marcos, José Luis y Patricio, para luego avanzar unos kilómetros y detenerse en Carlos Casares donde comió una tira de asado en una mesa preparada por su amigo Roberto Mouras.


El último pedazo de matambrito tiernizado y el postre lo degustó en la tercera parada “obligada”, 9 de Julio, en la casa de Guillermo “Yoyo” Maldonado.


Así y todo, llegó quinto en la general a Bariloche junto a sus demás compañeros del equipo Audi.


Ya en la prueba propiamente dicha, Di Palma, sin experiencias en esta categoría, se metió como cuña entre los grandes y terminó quinto en la general, sorprendiendo por su velocidad y capacidad de manejo para los primes.


Talentoso e iluminado, en la segunda manga el “Loco” se animó a más y dejó boquiabiertos a los grandes pilotos de la época: Hannu Mikkola, Markku Alen, Stig Blomqvist, entre otros.


Sin embargo, una curva mal leída, lo hizo chocar contra la montaña y abandonar en el quinto prime de esa etapa cuando marchaba cuarto en al general e iba por más.No le importó.


Llegó al Parque Cerrado con la felicidad en la cara, la aventura había sido completada, y sin quedarse para el final volvió a Arrecifes donde sus amigos le prepararon un asado que esta vez comió sin apuros.¿La carrera?, la ganó el finlandés Mikkola con Audi Quatro en su lucha con Lancia, máquina con la cual volvería a correr Di Palma en 1985 con poca suerte, pero con la misma fiesta popular en su alrededor. Pero esa, es otra historia.